SOLERA BIEN MERECE UNA VISITA:

 Solera constituyó un municipio independiente hasta su integración en Huelma el 20 de mayo e 1975. Pese a esta dependencia de carácter político-administrativo, la pequeña población mantiene su integridad urbana y patrimonial.
En el proceso de aglomeración de distintos núcleos urbanos que se potenció en los años 70 del siglo pasado, las autoridades provinciales del momento trataron de unirlo con Bélmez de la Moraleda pero, finalmente, los propios habitantes de la villa solicitaron su integración en Huelma.
Su especial situación geográfica, bajo el cerro del Morrón (1.090 m.) elevado sobre el valle del río Jandulilla y con unas excepcionales vistas de Sierra Mágina, le otorga unos valores paisajísticos únicos.
A ello se une su urbanismo de calles irregulares atendiendo a la topografía del terreno para culminar en la plaza principal con la iglesia bajo el castillo. Las viviendas de carácter popular se integran con arquitecturas de cierto rango señorial ya del siglo XX.
Históricamente este enclave urbano ha estado condicionado por su situación de acceso al valle del Guadalquivir desde Granada. Recordar que el yacimiento arqueológico de El Pajarillo se encuentra en su territorio. El carácter fronterizo obligó a la construcción de una pequeña fortaleza que podemos datar de fines del siglo XIII, siendo importante su función junto con los cercanos puntos defensivos de Huelma y Bélmez de la Moraleda, primero desde su condición de pertenencia al reino nazarí de Granada y, mas tarde, tras su conquista definitiva en 1458 como parte de Castilla. El hecho de armas fue llevado a cabo por don Alonso Martín de Ortega, bajo las órdenes de don Juan de la Cueva, Comendador de Bedmar. Este, por concesión de Enrique IV, conformó un mayorazgo sobre Solera.

 Tras el fin de la Guerra de Granada, en 1492, el valor defensivo de esta fortaleza desaparece y, así, en 1513 se documenta el sitio como despoblado. En el siglo XVII Felipe IV establecería el título de marqués de Solera en un descendiente del conquistador, don Juan de la Cueva y del Mercado. Mas adelante detentaría el título don Diego de Benavides y de la Cueva que fue Virrey del Perú entre 1661 y 1666.
El castillo situado en un promontorio escarpado, con una caída de 300 metros en su lado norte, presenta dos explanadas conectadas por un túnel abovedado. En la parte superior se conserva un aljibe. El conjunto es una atalaya privilegiada con vistas al valle del río Jandulilla, la población vecina de Bélmez de la Moraleda, las torres del Sol y del Lucero, el barranco del río Gargantón y Gualijar, los cortijos de Capellanías Polera y los picos de Miramundos y de Sierra Mágina; éste último el más elevado de la provincia de Jaén. Estos valores paisajísticos contrastan con su deficiente estado de conservación a lo que contribuyen, en la parte que conecta con la población, los paramentos adosados y no saneados de otras construcciones.
La iglesia de San Juan Bautista se dibuja bajo la rocosidad de la fortaleza y se abre lateralmente a la plaza. Es de una sola nave cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos dividida en cinco tramos. El primero lo ocupa la capilla mayor que se eleva sobre escalinata y el último desarrolla, en una altura intermedia, el coro que se estructura sobre un alfarje con las vigas agramiladas de carácter mudéjar. También en los pies está la pila bautismal y la escalera que permite el acceso al coro antedicho y al tejado y espadaña de campanas.
En cada tramo de la iglesia aparecen altares definidos mediante arquerías que acogen un grupo de esculturas atentas a las distintas advocaciones y religiosidad de la comunidad de Solera. Su ubicación ha cambiado  en las últimas décadas. En parte condicionado por la pérdida patrimonial que supuso la guerra civil de 1936.

Así el Cristo de la Buena Muerte, patrón de la población, que preside el retablo historicista del altar mayor ocupaba un altar secundario sustituyendo a San Juan Bautista a quien está dedicada la iglesia. Entre las obras artísticas hay que destacar alguna pieza de orfebrería esmaltada o las tallas barrocas de las cabezas del Nazareno y de la Virgen de los Dolores. También es interesante el cuadro que representa el Cristo de la Paciencia o el banco realizado por el Pósito en 1770.
El exterior de la fábrica se define por la sillería de sus paramentos, el arco de medio punto que marca el acceso a la iglesia, los tres óculos que iluminan el interior, así como la espadaña de dos huecos verticales con sus correspondientes campanas.
Este edificio se puede datar a mediados del siglo XVI respondiendo a un sencillo espacio de una sola nave que estaría cubierto con una armadura mudéjar, la cual sería sustituida en el siglo XVIII por la actual de mediocañón realizada en yeso. Restos de vigas con gramiles en los accesos al tejado, así como el coro permiten esta hipótesis.
La presencia en el coro de una heráldica episcopal partida con tres barras horizontales en el lateral izquierdo y un águila en el derecho, la cual corresponde al obispo don Diego Tavera  Ponce de León queregentó la diócesis jiennense entre 1555 y 1560 es otro dato que corrobora la cronología de la fábrica.
Esta población se ha desarrollado en los últimos años mejorando sus infraestructuras y condiciones de habitabilidad. Lógicamente es la sociedad de Solera, arraigada en su pueblo, la que trabaja en la conservación de su medio. Premios al embellecimiento de calles son una clara muestra de esta preocupación.

Solera en la Historia. Huelma Arte y Cultura.
Rafael López Guzmán.